El 1 de agosto de 1954, un extraño aparato salía del enorme hangar de dirigibles de Moffet Field, cerca de Palo Alto, California. Se trataba del Convair XFY-1, Pogo para los amigos. Desde marzo habían estado haciendo pruebas en el interior del hangar con el avión sujeto con un cable por si el turbopropulsor experimental, un Allison YT-40, fallaba. Pero no ocurrió.
Así es que este día, hace 70 años, el Pogo debía demostrar que podía volar solo. En la primera prueba se mantuvo a unos 15 metros de altura para posarse con suavidad sobre sus ruedas de cola. Ese mismo día se levó hasta los 50 metros de altura, para volver a descender sobre la pista. Solo el 2 de noviembre, después de variadas pruebas se consiguió hacer el vuelo completo. Despegue vertical, transición a horizontal, vuelo de unos 20 minutos, transición y aterrizaje vertical. El Pogo fue el primer avión VTOL en conseguir realizar todo el proceso.
Su competidor, el Lockheed XFV-1 siguió una pauta de pruebas diferente, pero al final ambos consiguieron demostrar la posibilidad real de operar aviones VTOL. También demostraron que la posición del piloto con el avión vertical era muy incómoda, y que se necesitaba mucha experiencia y habilidad para manejar estos aviones. La marina americana no consideró ninguna producción en serie de ninguno de los prototipos. El reactor estaba cada vez más afianzado y daba mayores posibilidades operacionales.
La posición del piloto era muy incómoda.
Respecto a su motor, el Allision YT-40 combinaba dos T-38 A-1, lado a lado, para conseguir una potencia de 4.100 caballos al eje. Fue utilizado en la pequeña serie de Convair R3Y Tradewind, hidroaviones antisubmarinos y de transporte, Douglas Skyshark, North American Super Savaje, Republic XF-84H Thunderscreech, y en los prototipos de despegue vertical.
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