Hoy, hace 81 años, volaba el Heinkel 178, el primer avión propulsado por un reactor en el mundo. El 27 de agosto de 1939, solo pocos días antes del comienzo de la segunda guerra mundial, Erich Warsitz, piloto de pruebas acostumbrado a casi todo, se acomodaba en la cabina de un pequeño avión de poco más de 7 metros de largo por siete y medio de envergadura, que no llevaba ninguna hélice para su propulsión.
Warsitz ya estaba acostumbrado, porque hacía poco más de un mes, el 20 de julio, se había lanzado al aire con un prototipo aún más radical, el Heinkel 176 propulsado por un motor cohete. De esta forma se convertía en el primer piloto en volar en un avión cohete, en un reactor, además de pilotar normalmente aviones convencionales.
Warsitz, Heinkel y von Ohain en la celebración posterior al primer vuelo del He 178
El primer vuelo fue más corto de los previsto, ya que la entrada de aire absorbió un pájaro, y tuvo que aterrizar sin motor. Sin embargo, el avión voló bien, propulsado por un reactor Heinkel HeS 3b, diseñado por Hans Pabst von Ohain, muy similar al desarrollado por White en el Reino Unido, aunque ambos desarrollos son totalmente independientes. El Heinkel 178 fue una aventura privada del doctor Heinkel, interesado en el motor a reacción. El ministerio del aire alemán, no lo quiso tomar en consideración, en parte porque ya estaba desarrollando reactores axiales, más prometedores con BMW y Junkers.
Corte del Heinkel HeS 3b
El Heinkel 178 era un pequeño monoplano metálico, diseñado por los hermanos Gunter, responsables de Henkel 70 o del bombardero Heinkel 111. El motor generaba un empuje de unos 500 kilos en su primer vuelo. El desarrollo del mismo prosiguió y generó el HeS 6, que era muy difícil de integrar en el He 178, por lo que las pruebas se abandonaron. Un segundo prototipo nunca llegó a volar.