El 2 de septiembre de 1945, en la cubierta del USS Missouri en la bahía de Tokio, los enviados japoneses, el ministro de Asuntos Exteriores Mamoru Shigemitsu y el general Yoshijiro Umezu, firmaron el Acta de Rendición del Imperio Japonés. La hora registrada fue las 9 y 4 minutos.

Posteriormente, el general Douglas MacArthur, comandante en el Pacífico Suroeste y comandante supremo de las Potencias Aliadas, también firmó. Aceptó la rendición japonesa «en nombre de los Estados Unidos, la República de China, el Reino Unido y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y en interés de las demás Naciones Unidas en guerra con Japón».

El documento de rendición establecía en ocho breves párrafos la capitulación completa de Japón. Las palabras iniciales, «Nosotros, actuando por orden y en nombre del Emperador de Japón», indicaban la importancia que los estadounidenses que redactaron el documento concedían al papel del Emperador. El breve segundo párrafo iba directo al meollo del asunto: «Por la presente proclamamos la rendición incondicional a las Potencias Aliadas del Cuartel General Imperial Japonés y de todas las fuerzas armadas japonesas, así como de todas las fuerzas armadas bajo control japonés, dondequiera que se encuentren».

El 6 de septiembre, el coronel Bernard Thielen llevó el documento de rendición y un segundo rescripto imperial a Washington, D. C. Al día siguiente, Thielen entregó los documentos al presidente Truman en una ceremonia formal en la Casa Blanca. Los documentos se exhibieron en los Archivos Nacionales tras una solemne ceremonia presidida por el general Jonathan Wainwright. Finalmente, el 1 de octubre de 1945, fueron recibidos formalmente en los fondos de los Archivos Nacionales.

La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto militar más mortífero de la historia. Se estima que causó entre 70 y 85 millones de muertes, lo que representa aproximadamente el 3 % de la población mundial estimada de 2300 millones en 1940. Las muertes causadas directamente por la guerra (incluyendo muertes militares y civiles) se estiman en 50 a 56 millones, con un estimado adicional de 19 a 28 millones de muertes por enfermedades y hambrunas relacionadas con la guerra.

Las muertes civiles totalizaron entre 50 y 55 millones. Las muertes militares por todas las causas totalizaron entre 21 y 25 millones, incluyendo las muertes en cautiverio de aproximadamente 5 millones de prisioneros de guerra. Más de la mitad del número total de bajas se atribuyen a los muertos de la República de China y de la Unión Soviética. Respecto al Holocausto Judío, se toma la cifra simbólica de seis millones de muertos en torno a la comunidad judía. Sin embargo se estima que, en total, murieron un mínimo de once millones de personas y, de ellas, un millón habrían sido niños. De los judíos residentes en Europa antes del Holocausto, dos tercios fueron asesinados

Las pérdidas económicas no fueron menos dramáticas. Algunas estimaciones las elevan al billón y medio de dólares. La producción industrial y agrícola, al final del conflicto, se había desplomado al 30% de 1939 en el caso de Alemania, y al 40% o 50% en la mayor parte de Europa. Entre los aliados, el campo soviético y la industria francesa fueron los más perjudicados. No menos de 6.000 puentes fueron volados o inutilizados en Francia y más de dos millones de casas fueron destruidas.

El mundo entraba en una nueva era, la atómica. Los aliados se separaron y se formó un mundo bipolar con dos grandes superpotencias, Estados Unidos y la Unión Soviética. Desde 1949, cuando la URSS hizo estallar su primer ingenio nuclear, el mundo vivió la Guerra Fría, que impuso dos realidades diferentes y separó naciones y familias hasta 1989, cuando se disolvió la URSS.






