Muere Max Valier, soñador y pionero de los cohetes

Muere Max Valier, soñador y pionero de los cohetes

El 17 de mayo de 1930 Max Valier ocupó su lugar habitual frente al banco de pruebas y la báscula y siguió con los experimentos de su cohete con combustible líquido, con queroseno mezclado con agua con oxígeno líquido. Tras dos pruebas exitosas, estaba tan emocionado que insistió en realizar una última prueba esa misma noche. Nada más empezar la prueba, terminó abruptamente con una violenta explosión. Sus ayudantes Walter Riedel y Arthur Rudoph, corrieron hacia el pero nada pudieron hacer. Un fragmento había perforado la arteria pulmonar. Tenía 35 años y murió haciendo lo que le gustaba. Puede considerársele la primera víctima de la era espacial.

Estas pruebas se realizaban sin ninguna consideración por la seguridad. Valier no llevaba gafas protectoras ni ropa ignífuga, ni se sentó detrás de un muro de hormigón mirando a través de una pequeña ventana. Estaba justo delante de la cámara de combustión, con el rostro totalmente expuesto a la llama que se elevaba. En los inicios de la cohetería, no había tiempo para estas consideraciones de seguridad, y aún menos dinero disponible para dedicar a crear un entorno seguro.

Max Valier nació el 9 de febrero de 1895 en Bolzano, que entones formaba parte del imperio austro-húngaro. En 1913 se matriculó en física en la Universidad de Innsbruck. También se formó como maquinista en una fábrica cercana. Sus estudios se vieron interrumpidos por la Primera Guerra Mundial, durante la cual sirvió en el cuerpo aéreo del ejército austrohúngaro como observador aéreo.

Al terminar la guerra, Valier no retomó sus estudios, sino que se convirtió en escritor científico independiente. En 1923, leyó el libro emblemático de Hermann Oberth, Die Rakete zu den Planetenräumen (El cohete al espacio interplanetario), y esto le cambió la vida. Se puso en contacto con Oberth, y escribió una obra similar para explicar sus ideas en términos comprensibles para el público general (El Avance Espacial) que fue un éxito rotundo, con seis ediciones publicadas antes de 1930. A continuación, publicó numerosos artículos sobre viajes espaciales, con títulos como «De Berlín a Nueva York en una hora» y «Un audaz viaje a Marte».

En una carta a Oberth, escrita en la primavera de 1925, Valier incluyó un suplemento titulado «El desarrollo de la nave espacial a partir de un avión». El plan de Valier era equipar un avión con un motor de cohete, algo que consideraba una forma rentable de probar el potencial del vuelo propulsado por cohetes. El interés de Valier en convertir aviones en aviones espaciales residía en sus diseños aerodinámicos, en concreto en la sustentación generada por las alas y las palas de las hélices.

El propósito de Valier era modificar un avión Junkers para alojar cohetes en la parte trasera y sellar herméticamente la cabina para preservar la presión interior. Estos aviones despegarían con normalidad, recorriendo una pista a toda velocidad hasta alcanzar la velocidad suficiente para despegar. Luego, una vez que el avión alcanzara una altitud donde el aire se volviera demasiado enrarecido para que las palas de la hélice pudieran impulsarlo, el piloto encendería los cohetes. Al final del vuelo, agotados los cohetes y su empuje, el avión planearía y aterrizaría como una aeronave tradicional.

En 1928 y 1929, colaboró ​​con Fritz von Opel, heredero del imperio Opel, en varios automóviles y aviones propulsados ​​por cohetes el Opel-RAK. Para von Opel, estos experimentos también tuvieron un efecto muy positivo en las relaciones públicas de la empresa, y para Valier, fueron una forma de fomentar el interés por la cohetería entre la población general.

Friedrich Sander fue elegido proveedor de motores para cohetes de combustible sólido. Las actividades de Valier y von Opel condujeron a récords de velocidad para vehículos terrestres y ferroviarios, y finalmente al primer avión cohete del mundo. El primer vuelo público tuvo lugar el 30 de septiembre de 1929, pilotado por von Opel.

A finales de la década de 1920, la VfR (Organización Alemana para el Desarrollo de Cohetes) centraba sus esfuerzos en los cohetes de combustible líquido. Su primera prueba de lanzamiento exitosa con combustible líquido (de cinco minutos de duración) tuvo lugar en la planta de Heylandt el 25 de enero de 1930. El 19 de abril de 1930, Valier realizó la primera prueba de conducción de un vehículo cohete con propulsión líquida, el Valier-Heylandt Rak 7.

Las ideas de Valier para un Junkers propulsado por cohetes no distaban mucho de las de algunos de los primeros aviones cohete que volaron en las décadas de 1940 y 1950. Aunque se lanzaban desde el aire y no despegaban por sus propios medios (los ingenieros se dieron cuenta rápidamente de que estos aviones consumirían todo su combustible simplemente al despegar). Por desgracia, Valier solo vio el vuelo de sus aviones cohete en su imaginación. Sírvanos de ejemplo su entusiasmo por el futuro. Nunca dejemos de soñar.